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Seres todopoderosos, cuyos poderes varían dependiendo de cada deidad. Los dioses nacen a partir de los deseos de los humanos, o a partir de otros dioses, y necesitan ser adorados y, sobre todo, recordados por los humanos para poder mantenerse con vida.

Los dioses son físicamente muy similares a los humanos; sangran, sufren daño y pueden morir. La muerte de un dios puede producirse de manera física, al recibir una herida mortal, o de manera espiritual. Al morir de manera física, un dios importante, con suficientes seguidores, será reencarnado y volverá a nacer como un dios niño. Sin embargo, los dioses con menor influencia desaparecerían al recibir una herida de ese estilo. La muerte espiritual de un dios ocurre cuando no existe ninguna persona que recuerde la existencia de dicho dios. Entonces, se considera que la tarea de dicho dios ha llegado a su fin, y desaparece junto a sus dioses menores, dejando a sus shinki y heraldos sin hogar y con la necesidad de encontrar un nuevo dios al que servir.

La habilidad más importante de los dioses es la de nombrar y utilizar shinki. Si un dios encuentra un espíritu que no ha sido corrompido, puede darle un nombre, y este espíritu se convertirá en un shinki que ayudará a su dios. Sin embargo, esta no es una habilidad que venga sin un precio. Existe una conexión entre un shinki y un dios, de manera que este sufrirá daño si el primero comete alguna clase de pensamiento o acto impuro. Si el shinki continúa actuando de manera impura, el daño puede acumularse hasta convertirse en corrupción, que se acumulará en los cuerpos de ambos, debilitando al dios, y acercando al shinki al camino de convertirse en un ayakashi.

Aunque existen dioses capaces de tener gran número de shinki, puede llegar un momento en el que el mismo hecho de mantenerlos cause corrupción. Nunca es aconsejable para un dios mantener clanes grandes, ya que experiencias pasadas han demostrado que podría terminar en un gran desastre.

Un dios necesita un templo para ser reconocido y vivir en Izumo, o se verá obligado a vivir en el mundo de los humanos hasta que alguno de sus seguidores construya un templo en su honor. Obtener un templo significa obtener una pequeña porción de tierra en Izumo donde el dios puede construir su hogar, y conforme más y mayores templos se vayan construyendo, más grande será el espacio del dios para vivir en Izumo. Los templos también sirven como un medio de teletransportación, empleado por el dios para moverse entre el mundo humano y el mundo de los dioses. Además, los templos son territorios sagrados donde los ayakashi no pueden atacar, y el agua bendita purifica la corrupción creada por el contacto con un ayakashi.

Los dioses suelen crecer hasta llegar a la apariencia de una persona adulta, y entonces mantener esa apariencia durante el resto de su existencia. Sin embargo, hay dioses que prefieren adoptar otra clase de apariencias, ya sea como otras edades, o como animales. Aunque, en apariencia humana, su cuerpo es básicamente igual al de cualquier humano corriente, los dioses no tienen necesidades físicas como la excreción ni pueden enfermar con enfermedades humanas, aunque sí sienten hambre, frío, dolor, y son capaces de mantener relaciones sexuales.

Los poderes de los dioses varían dependiendo de la clase de deidad que sea cada uno. Los hay con el poder de controlar el tiempo, capaces de guiar a un ejército hacia la victoria, o simplemente con el poder de hacer que estudies un poquito mejor para tu examen. Todos los dioses tienen poderes comunes, como son la capacidad de teletransportarse, nombrar y borrar nombres de shinki, y utilizar sus shinki para cortar las relaciones de los humanos o derrotar ayakashi. Este último es, después de conceder los deseos de los humanos, la función más importante de los dioses. Aquellos dioses con una gran influencia también son capaces de nombrar heraldos, crear dioses menores, o incluso reproducirse con un humano para crear semidioses.

Al igual que otros seres espirituales, los dioses poseen una baja presencia en el mundo de los humanos, y es complicado que estos reconozcan su presencia, a excepción de bebés, animales, o humanos con gran percepción espiritual. Si un humano normal interactúa con un dios, acabará olvidado su experiencia en cuestión de minutos.

Al contrario de los humanos o los shinki, la voluntad de los dioses siempre es correcta; sea lo que sea lo que un dios escoja, nunca será pecado, ya que es voluntad divina. Es por ello que el castigo por los pensamientos impuros sólo sucede de shinki a dios, y no de dios a shinki.

● A la hora de crearse un dios, está permitido utilizar uno perteneciente a una mitología diferente al sintoismo (por ejemplo, Zeus de la mitología griega, o Isis de la mitología egipcia).
● También está permitido inventarse a un dios. Sin embargo, los dioses inventados deberán ser de tercera o cuarta clase.
● Un dios puede nacer a partir de otros dioses, pero eso no significa que tenga que nacer por el método natural humano. Puede nacer a partir de un dios masculino embarazado, o simplemente crearse a partir de una parte del cuerpo de algún dios.
● En caso de crear un dios mitológico, no es necesario apegarse completamente a la historia de dicho dios en la mitología de la que procede. Aunque sí pedimos un mínimo de concordancia.
● Recordamos que, como hemos dicho en las normas, ningún dios es todopoderoso. Aunque existen dioses más fuertes o con más importancia que otros, no hay ningún dios omnipresente y omnisciente que lo sepa todo y lo controle todo sin una explicación lógica.

Artefactos sagrados, los shinki fueron humanos que (en su mayoría) murieron en un accidente o fueron asesinados, y se convirtieron en espíritus. Los dioses consideran que esta clase de muerte es injusta, y que estas personas merecen una segunda oportunidad para vivir, ya que cuando murieron, aún deseaban seguir con vida.

Si al convertirse en espíritu es capaz de mantenerse puro y es encontrado por un dios, éste puede darle un nombre. Cuando un dios nombra a un espíritu puro, este se convertirá en un shinki: recobrará su apariencia humana y será capaz de convertirse en un arma para ayudar a su dios. Por lo general, los shinki recién nombrados sólo son conscientes de que alguna vez murieron, y poseen muy poco o ningún recuerdo de su vida como humanos. Por otra parte, aunque los dioses sí conocen las circunstancias de la vida de un shinki hasta su muerte, lo normal es que no se lo desvelen; la mayor parte de los dioses consideran la vida de un shinki un nuevo comienzo, y por tanto, el shinki no debe apegarse a lo que fue en su vida pasada.

Los tipos de shinki varían enormemente de uno a otro: los hay defensivos, capaces de convertirse en armaduras; ofensivos, que se transforman en armas; y los hay también con la capacidad de transformarse en animales con características especiales,  en radares, o en simples accesorios, como un espejo o una pipa.

Además de poder convertirse en armas, los shinki son capaces de crear una línea, conocida como frontera, para protegerse de los ayakashi mientras están en su forma humana. Esta habilidad también se utiliza para llevar a cabo ceremonias de purificación, para liberar a un shinki y a su dios de la corrupción causada por los pecados del primero.

Ya que una vez fueron humanos, los shinki se rigen por la norma del bien y el mal. Existe una relación entre un shinki y su dios, de manera que si un shinki tiene un pensamiento, o comete una acción impura, su dios recibirá daño físico, y puede ser afectado por la corrupción y debilitado. Un shinki que haya cometido demasiados pecados tiene el riesgo de convertirse en ayakashi, por lo que debe intervenirse por medio de un ritual de purificación.

Un shinki puede morir si su nombre, que lleva tatuado en alguna parte de su cuerpo, es borrado. Esto puede suceder tanto al ser tapado por la corrupción, o al recibir alguna clase de herida que dañe el nombre. Un shinki que arriesgue su nombre para proteger a su dios puede evolucionar y cambiar su forma como muestra de su lealtad, convirtiéndose en un Hafuri no utsuwa, o tesoro divino bendito.

El aspecto de un shinki se mantiene igual a como era cuando vivía. No crecen, adelgazan, ni sufren ninguna clase de modificación en su apariencia humana. Sin embargo, sí tienen percepción física, y sus heridas cicatrizan con un poco más de rapidez que las de los humanos.

● Un shinki sólo puede ser utilizado por un dios que le haya dado un nombre. Aunque un dios intente utilizar un Nora (shinki con más de un nombre), no tendrá efecto si él no lo ha nombrado con anterioridad.
● Cuando un dios posee más de un shinki, lo normal es que se cree una jerarquía entre los miembros del clan. Normalmente, el shinki que lleve más tiempo sirviendo al dios será el pilar del clan, y no solo será el líder de los demás shinki (siempre por debajo de su dios), sino que además tendrá algunos poderes menores sobre ellos, como la capacidad de congelarlos llamando su nombre.
● Un shinki posee cuatro nombres diferentes: El nombre de persona, el nombre de recipiente, el nombre de arma, y el nombre informal. Para saber más sobre cómo ponerle un nombre a un shinki, visita la guía.
● Ya que el proceso puede ser algo complicado para algunas personas, está permitido crearse un shinki y que su nombre no siga los procedimientos de la guía y del universo de Noragami.
● Está permitido crearse un shinki que no sirva a ningún dios. Puede ser porque es un Nora (errante, shinki con muchos nombres que sirve a diferentes dioses sin vivir con ninguno de ellos), o porque estuvo sirviendo a un dios pero su nombre fue borrado por este.
● Los shinki desprenden un olor muy apetecible a los ayakashi, ya que son espíritus puros y benditos. Es por ello que para un shinki estar muy lejos de su dios puede ser peligroso.

Los heraldos son la conexión entre los dioses y los humanos. Residen en los templos y sólo pueden ser vistos por otros espíritus, o humanos con gran percepción espiritual.

En una vida pasada, los heraldos fueron animales que murieron en las cercanías de algún templo. Al morir y convertirse en espíritus, un dios puede encontrar y dar nombre a un heraldo, que resucitará con aspecto humano, pero manteniendo algunas características del animal que era antes de morir.

Por lo general, los dioses se limitan a nombrar sólo una especie de heraldo, por lo que los heraldos de un solo dios suelen ser todos el mismo animal. Dichos animales suelen ser los guardianes de los templos, y en los más grandes, se pueden apreciar esculturas de ellos.

Los heraldos son incapaces de convertirse en armas, pero tienen varios poderes que no poseen los shinki. Por ejemplo, el poder de comunicarse con humanos por medio de rituales, de predecir el futuro, o de cumplir pequeños deseos por los que los humanos ofrezcan donaciones en los templos.

Al igual que los shinki, los heraldos también se rigen por la regla del bien y el mal. Sin embargo, ya que nunca fueron humanos, las acciones impuras de los heraldos no afectan a su dios, y el proceso por el cual un heraldo puede convertirse en un ayakashi si comete demasiados pecados es más lento que el de los shinki, aunque irreversible. Esto se considera una manera de que el heraldo, antes animal, adopte una consciencia humana gracias a su dios.

Los heraldos sólo pueden morir si su dios les mata, utilizando un shinki. Si llegasen a recibir una herida mortal por alguien que no fuera su dios, simplemente se curarían con el tiempo, aunque lo más probable es que quedase alguna cicatriz.

● Por lo general, un templo posee dos heraldos, aunque es posible que tengan tres o cuatro.
● Los heraldos no son capaces de viajar a Izumo, a no ser que su dios les lleve expresamente.
● A pesar de que un mismo dios puede poseer varios heraldos, dos o más heraldos que sirvan a un mismo dios no tienen por qué conocerse.
● Dependiendo del poder de la divinidad a la que sirvan, es posible que un heraldo pueda cambiar de forma, variando entre un animal y un humano con rasgos animales.
● Los rasgos animales que posee un heraldo varían en cada uno de ellos. Los hay que sólo poseen orejas o colas, pareciendo más humanos que animales, o los hay que parecen más animales que humanos.
● Está permitido crearse a un heraldo que no sirva a ningún dios, aunque debe explicarse que el dios al que servía murió al ser olvidado por los humanos.

En algún momento, los espíritus fueron humanos que murieron por alguna razón injusta. Si existe la suficiente fuerza espiritual, los espíritus pueden tomar forma y consciencia humana, y mantener sus recuerdos, o simplemente no ser conscientes de que han muerto.

Al contrario de los dioses y los shinki, que solo son difíciles de percibir, los espíritus no pueden ser vistos por ningún ser vivo, y vagan el mundo humano sin destino. Pueden ser nombrados por un dios para convertirse en shinki o, en caso de haber sido un animal, convertirse en heraldo.

Sin embargo, es muy complicado para un espíritu existir durante mucho tiempo, especialmente si tiene consciencia humana. Los espíritus viven en el mismo plano que los ayakashi, y el más mínimo contacto con uno de ellos puede corromperlos. Los ayakashi se sienten especialmente atraídos al olor de los espíritus, y se alimentarán de ellos para convertirlos en uno de los suyos si les es posible. Un espíritu que ha sido corrompido no puede ser nombrado por un dios ni convertirse en un shinki o un heraldo, así que sólo puede continuar siendo un espíritu, o convertirse en un ayakashi.

Los espíritus pueden considerarse la carta blanca de los seres espirituales, ya que son capaces de transformarse en casi cualquier especie. Un espíritu puede transformarse en shinki o en heraldo, al ser nombrado por un dios, o en un ayakashi al caer en la corrupción, pero también pueden convertirse en dioses menores, y servir a otros dioses. Esto ocurre cuando un humano con gran poder espiritual muere y el espíritu se conserva puro, o si un espíritu consciente de estar muerto no cae en la corrupción ni envidia a los seres vivos.

Existen casos extraños en los que un ser vivo se convierte en un medio-espíritu, usualmente como resultado de alguna clase de experiencia con un espíritu o un dios. En estos casos, es normal que el espíritu del afectado deje su cuerpo sin darse cuenta, ganando más fuerza y agilidad. No obstante, los mortales medio-espíritu poseen una "cuerda" que les une a su cuerpo vivo. Si un medio-espíritu estuviese demasiado tiempo fuera de su cuerpo, o si la cuerda que le conecta a su cuerpo fuera cortada, moriría.

● Por el momento, no está permitido que un espíritu se transforme. Es decir, si alguien se crease un personaje que fuese un espíritu, este no podría transformarse en un dios menor ni en un ayakashi. Sí podría transformarse en un shinki si un dios le nombra, pero para ello sería necesario que el personaje volviera a hacer la ficha, ahora como shinki.
● Los espíritus son seres neutros y no poseen ninguna clase de poder especial. Aunque sí pueden tocar cosas materiales, los humanos normales no son capaces de detectarlos.
● Los humanos medio-espíritus entran en la categoría de "otros", y debe justificarse en la historia el porqué de su condición. El aspecto de estos puede cambiar, no todos tienen por qué tener una "cuerda" del mismo tamaño o forma.

Los ayakashi son espíritus negativos, nacidos de los sentimientos impuros de las personas como el odio, la ira o la envidia. Los ayakashi también pueden nacer a partir de un shinki o un espíritu de un humano o un animal, que fue consumido por la corrupción, o atacado por un ayakashi hasta no quedar nada de su forma pura.

Los ayakashi, como representación de la parte más oscura del corazón de los humanos, influyen a estos negativamente. Suelen ser los causantes de las emociones negativas de las personas, y pueden llegar a infectar a un humano hasta llevarle a desear su muerte, o la de otros. El espíritu de una persona que ha sido influida, y muere a causa de un ayakashi, no es capaz de convertirse en un espíritu, y puede que incluso se convierta en un ayakashi al morir.

Como ocurre con los espíritus, los mortales normales no son capaces de percibir su presencia, y sólo pueden ser asesinados por un dios y su shinki. Viven en el mismo plano que los espíritus, superpuestos al mundo humano, y normalmente poseen la capacidad de atravesar las cosas materiales.

Al ser espíritus corruptos, los ayakashi no pueden acercarse a los templos, y temen al agua bendita y a la sal, que los debilita.

La mayor parte de los ayakashi no poseen forma concreta ni inteligencia. Se guían por sus instintos, y aunque son capaces de hablar, no se comunican entre ellos. Se guían por el olor que caracteriza a los seres puros, siendo los espíritus su presa más frecuente.

Existen casos excepcionales, en los que los sentimientos negativos de una persona (o un grupo de personas) pueden ser lo suficientemente poderosos como para crear un ayakashi con consciencia. Estos ayakashi suelen tomar forma humana, y son conscientes de su condición como ayakashi, pero esto no significa que por ello deseen dejar de influir a los humanos. Esta clase de ayakashi se guía por las emociones que le crearon, y su objetivo es simplemente continuar influyendo y causando dolor a los humanos.

Este último grupo de ayakashi puede llegar a ser el más peligroso por una habilidad que les distingue del resto de los seres: pueden convertir a los humanos en medio-ayakashi. Estos humanos son corrompidos por las influencias negativas hasta el punto de que su alma queda llena de corrupción, pero aún así, no mueren y continúan viviendo como humanos. Los medio-ayakashi son capaces de presenciar a los espíritus y seres divinos, pero les temen y huyen de ellos. Al quedarse dormido, un medio-ayakashi puede desprender su alma de su cuerpo y adoptar una forma similar a la de un ayakashi normal, aunque al igual que un medio-espíritu, morirá si se aleja demasiado tiempo de su cuerpo.

En ocasiones, algunos dioses han podido dar normes a algunos ayakashi, y hacer que estos se conviertan en sus sirvientes. Esta clase de ayakashi se llaman "enmascarados", por la máscara con un símbolo de ojo que llevan. Son más poderosos que los ayakashi normales, y no sufren al ser atacados con agua bendita, pero el simple hecho de mantenerlos corrompe al dios que les ha nombrado.

● Los ayakashi no pueden ponerse en contacto con la luz del sol, y la mayoría sólo sale durante la noche.
● Los medio-ayakashi forman parte de la categoría de "otros", y hay que tener en cuenta que se trata de un grupo muy reducido.
● Un ayakashi corrompe a todo ser al que toca, ya sea un humano, un dios o un espíritu. La única manera de limpiar esta corrupción es utilizando agua sagrada de los templos.

Las divinidades menores son el rango entre un dios y un shinki. Su principal función es servir de ayuda a dioses mayores, aunque son incapaces de nombrar shinki, y sólo pueden utilizar uno si el dios al que sirven les ha dado expresa autorización. A pesar de esto, los dioses menores poseen los poderes principales del dios al que sirve, como la teletransportación y una pequeña porción del poder que represente su dios.

Los dioses menores, al contrario de los dioses principales, no nacen de los deseos de los humanos. Pueden nacer del espíritu de un humano con gran poder espiritual, de un espíritu que se mantiene puro y alejado de la corrupción durante un determinado tiempo, o de la unión entre un dios y otra clase de espíritu (usualmente, un shinki). Los dioses más importantes también son capaces de crear dioses menores a partir de otros métodos, como a partir de objetos o de partes de su cuerpo.

Como ayuda a los dioses principales, los dioses menores visitan los templos y ayudan a cumplir los deseos de los dioses mayores. Aunque la mayor parte de los dioses menores viven en Izumo, donde se encargan de cuidar las casas de los dioses a los que sirven, y raramente descienden al mundo de los humanos.

Al igual que con los dioses y los shinki, los dioses menores son difíciles de percibir por los seres humanos normales, y son olvidados rápidamente. Se distinguen entre el resto de las personas, y no llaman la atención a no ser que se dirijan expresamente a un humano. Los animales y los bebés son los únicos que pueden verlos.

Un dios menor no necesita de la memoria de los humanos para sobrevivir, y sólo morirá su si dios muere. Pueden ser desterrados y enviados al mundo de los humanos, pero se mantendrán con vida mientras el dios del que nacieron, o al que sirvieron, continúe con vida. Si dicho dios tomase una herida mortal y, al tener influencia y seguidores, renaciera, el dios menor no sufriría ninguna clase de alteración. No obstante, el dios menor desaparecería inmediatamente si su dios fuera olvidado o, en caso de no ser un dios de alto rango, muriera por una herida mortal.

El cuerpo de un dios menor posee casi las mismas características de un dios normal. A partir de la edad adulta dejan de envejecer, pero son capaces de decidir la edad física que representan. Sus heridas físicas se curan rápidamente, y aunque no sangran, sí son capaces de experimentar sensaciones térmicas, o dolor.

● Los dioses menores poseen un poco del poder que tenga el dios al que sirven. Por ejemplo, si sirviese a un dios del fuego, sería capaz de controlar pequeñas llamas.
● Los dioses menores nacidos a partir de un ser humano pueden, o no, conservar sus recuerdos humanos. No obstante, aquellos nacidos de un espíritu puro nunca mantienen sus recuerdos.
● Los dioses menores no tienen hogar propio: viven en el hogar del dios al que sirven.
● Al igual que ocurren con los dioses principales, cada dios menor puede tener características diferentes dependiendo del tipo de dios al que sirve.

Simples, normales, mortales. Los humanos son, al mismo tiempo, los seres más poderosos y los más indefensos de todos. Sus deseos pueden crear dioses, sus recuerdos mantienen a estos vivos, sus pecados crean ayakashi, y al morir se convierten en espíritus. Los humanos son los seres de los que depende la supervivencia de los dioses, y son en cierta manera la parte más importante de todo el conjunto, aunque ellos mismos sean incapaces de percibirlo.

Por lo general, los humanos no son capaces de percibir la existencia de ningún ser espiritual, y si tienen alguna clase de contacto con ellos, lo olvidan rápidamente. Sin embargo, existen algunos humanos con grandes capacidades espirituales, capaces de percibir a los dioses y el resto de espíritus, tocarlos, verlos, y no olvidarlos.

Los humanos no poseen poderes especiales, pero pueden convertirse en otra clase de seres. Ya sea mediante una experiencia espiritual que les transforme en medio-espíritus o medio-ayakashi, o bien al morir y convertirse en espíritus que, a su vez, pueden convertirse en otros seres.

Por lo normal, los humanos no se mantienen en la memoria de los dioses y otra clase de espíritus longevos, ya que la vida de un humano es realmente muy corta en comparación a la de los seres prácticamente inmortales.

● La ambientación del foro es Japón, así que todos los personajes humanos deben vivir en Japón por una u otra razón.
● Hay humanos que pueden percibir a los espíritus desde su nacimiento, o puede que sea por convertirse en medio-fantasmas o medio-ayakashis. Por ejemplo, los primogénitos de las familias encargadas de los templos son capaces de ver a los heraldos y los dioses.
● Es normal que un humano normal acabe confundiendo a los dioses con los que ha tenido un encuentro con otra cosa, como un sueño o un encuentro con otra persona.
● Los seres como los dioses o los espíritus son normalmente incapaces de tocar a los humanos, y viceversa. Sin embargo, los humanos que son capaces de reconocer a los dioses y los espíritus (sean bebés, o sea porque tienen esa capacidad), sí pueden tocar y ser tocados.